"Yo rogaré al Padre y les dará otro Intercesor que permanecerá siempre con ustedes. Este es el Espíritu de Verdad que el mundo no puede recibir porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes saben que él permanece con ustedes, y estará en ustedes" (Jn 14, 16-17)
Recuerdan esta promesa, quiero hoy contarles como esta promesa se hace carne, cada día de mi vida, como descubrí que mi señor estaba ahí y yo sin saberlo, perdiendo tantos años de mi vida.
Como muchos saben soy un artesano de la madera, como la familia de nuestro Señor, recibí muchas señales y no me daba cuenta o no quería ver. y un 22 de mayo, día de santa Rita, aconteció una señal que no podía ignorar, por que un "milagro" no lo podemos evitar, no podemos dejar de verlo cuando esta frente a nosotros se ve si o si.
Mi hijo recibía sus armas en su servicio militar, ceremonia que se alargo, complicando la entrega de ese día, una vez en casa todos nos pusimos a trabajar en pos de ese objetivo, cumplir la entrega. fue un día muy frió, y el barniz necesita una temperatura promedio de 18 a 20 grados, tempere el ambiente y (grave error) calenté el barniz a baño maría en la cocina,
tome el barniz sin apagar la llama y procedí a manipular estos elementos mientras se producía una estela de gas muy explosivo, esta estela llego a la llama, que viajo por el aire haciendo explosión el recipiente en mis manos impregnando mi cuerpo con un solvente encendido. muy presuroso giro sobre mi centro, para tomar un extintor y resbalo sobre el liquido encendido, con un último y fatal pensamiento. "Todo se acaba y dejo a los mios en la miseria", !pero no¡ el Señor así no lo había dispuesto, cuando siento una mano por sobre mi cuello arrebatando de las llamas, era mi hijo, que por este hecho quemo sus bellos del brazo, cejas y el moñito militar todo chamuscado, mientras el ahora extinguía el fuego yo bajo la ducha retiraba mi humeantes ropas, llegaban vecinos y familiares en auxilio y que creen, nada ni una marca en mi cuerpo, nada.
Siempre fui un hombre de fe, pero después de estos acontecimientos, que fueron como una purificación en fuego, pues habiendo vivido a destajo mi vida sin miramientos, lo que se llama un
puta madre. Hoy no pasa un día sin que yo no atiendas a mi Señor primero y durante todo el día ofreciendo mi trabajo en oración a él.
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